Con el arranque de Clarice Lispector en "Se enseñará a ser feliz" nuestra historia cuenta que:
"Y la casa se había quedado en silencio. Ella de pie en la habitación, como si le hubiesen extraído del cuerpo toda el alma. Esperando verlo aparecer de nuevo, su cuerpo viril encuadrado en el marco de la puerta.
Puede sentir sus latidos ensordeciéndole el oído, puede contar cada palpitación y cómo su sangre se apresura al paso dentro de su cuerpo. En este silencio puede permitirse extrañarle ya que sus únicos testigos de su desliz han sido esta cama y sus sábanas revueltas, sábanas que han cubierto de secreto sus encuentros clandestinos de tantos silencios inconclusos, se va partiendo la vena y...en el portentoso crujir de una ola enfurecida, se esparce el semen-to, por las menstruaciones virginales de lo que aún no nace y se estremece en cada espasmo vertiginoso, lúgubre.
Por su mejilla rueda una lágrima... que fue de tantas noches clandestinas, el roce de su cuerpo con el mío... la pasión de sus besos y sus manos dibujando mi cuerpo, el olor de su cuerpo, perfume, sudor y pasión, permanecen aún entre las sábanas dejando de lado malos momentos y lloros, se respira en estas sábanas el amor y respeto de segundos y minutos eternos mirando fijamente.
Y me negó por un par de años y fui niña llorando por su ausencia, luego fui la más bella para recuperarlo y el tiempo pasó y hoy me doy cuenta que sólo quedó su búsqueda oscura, porque sólo quiere ser un recuerdo del ayer de horas voluptuosas".
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